Mis dos boletines anteriores, números 29 y 30, de Desde mi Garita, estuvieron dedicados a dos queridas amigas que disfrutaron vidas largas, plenas y saludables. En ambos artículos trate de resaltar sus características personales que en mi opinión contribuyeron a su longevidad, en un caso 93 años y en otro 104 años, sin que además ninguna de las dos se llamara a sí misma “vieja”.
Es indudable que ambas amigas vivieron un proceso biológico de envejecimiento similar al que atravesamos todos los organismos vivos, con sus cambios físicos, psicológicos y sociales causados por la genética y la biología o por factores externos, que en sus casos particulares podría llamarse un “envejecimiento saludable” muy diferente a las conceptualizaciones culturales y sociales con las que solemos describir la vejez, generalmente asociada a la perdida de capacidades físicas, habilidades cognitivas, intelectuales y sociales.
Longevidad y envejecimiento son conceptos interrelacionados. La longevidad, se refiere a la duración de la vida de aquellas personas que sobrepasan en años su expectativa de vida. El envejecimiento es una transición vital, es decir aquellos cambios que experimentan los seres vivos con la edad. Comprender la diferencia entre estos dos términos es esencial para abordar los desafíos y oportunidades que presenta la experiencia de vivir muchísimos años más en la sociedad actual.
De acuerdo con estimaciones del Seguro Social de los Estados Unidos para las personas que, como yo, nacimos en la segunda mitad de la década de los 40, nos quedarían por vivir, si estan dadas las condiciones personales, ambientales y sociales necesarias, aproximadamente, unos 11 años.
¿Cómo vivirlos de la mejor manera posible?
Una posible respuesta puede desprenderse del Estudio de las Zonas Azules de la Longevidad, The Blue Zones: Lessons for Living Longer From the People Who've Lived the Longest publicado en 2008, escrito por Dan Buettner que da a conocer las prácticas y hábitos de vida de comunidades con alta longevidad, conocidas como zonas azules. En su libro, Buettner identifica factores comunes que contribuyen a la longevidad en estas regiones y ofrece lecciones prácticas que pueden aplicarse para promover una vida larga y saludable.
Las zonas azules son regiones del mundo donde se observa una mayor concentración de personas que viven vidas notablemente largas y saludables. Estas áreas han sido identificadas por investigadores y demógrafos debido a la alta proporción de centenarios y personas que alcanzan edades avanzadas con una calidad de vida notable. El concepto zonas azules se deriva del uso de marcadores azules en un mapa original de Dan Buettner, Michel Poulain y Gianni Pes para identificar las regiones donde se encontraban altas concentraciones de personas de edad avanzada y con buena salud que seguían dieta saludable, actividad física regular, vínculos sociales fuertes y manejo del estrés. Entre las zonas azules más conocidas están Cerdeña, Italia; Ikaria, Grecia; Okinawa, Japón; Loma Linda, California, EE. UU. y Nicoya, Costa Rica
La ciencia ha demostrado que los genes juegan un papel mucho más pequeño de lo que se creía originalmente y que los factores ambientales como la dieta y el estilo de vida inciden en mayor grado para gozar de la ansiada longevidad.
Estudios realizados por otros científicos a partir de los resultados del trabajo de Dan Buettner y su equipo, han encontrado algunas particularidades que podemos aplicar a nuestra vida para lograr alcanzar una longevidad plena y saludable. Veamos cuales son:
1. Conoce tu propósito. Tener una razón para vivir alarga la vida con un estado físico y mental saludable.
2. Reduce la ingesta de alimentos por la noche. Los beneficios del ayuno intermitente parece que inciden en una buena condición de vida.
3. Únete a una comunidad basada en el desarrollo de la espiritualidad, al igual que las comunidades religiosas llevan practicando durante siglos.
4. Mantén relaciones saludables, ya sean amorosas o amistosas.
5. Incorpora actividades de ejercicio físico al aire libre, como podrían ser caminatas o ejercicios de pilates o yoga.
6. Reduce el estrés y procura mantenerlo en el tiempo. Algún curso sobre meditación o mindfulness puede ayudar a conseguirlo.
7. Come muchas verduras y otros alimentos orgánicos.
8. Consume vino con moderación.
9. Elige a tu gente con sabiduría. Un buen círculo de apoyos te hará más ameno el camino hacia esta etapa que algunos ya llaman como la Cuarta Edad.
A modo de cierre
La frase "Viejo, yo" puedo interpretarla de diversas maneras, tanto para referirme al envejecimiento que ocurre con el paso del tiempo, aceptando los cambios que conlleva y pensando con anticipación como me gustaría vivir esa etapa de mi vida; como, igualmente, para referirme a la longevidad como la celebración de una vida larga, un tiempo disponible para el ejercicio de un intercambio de conocimiento intergeneracional, continuar ampliando y profundizando mi quehacer intelectual, ejercer mi ciudadanía y contribuir al desarrollo, así como la paz y la tranquilidad de ver a mis hijas y a mi nieto superando etapas y alcanzando logros.
¿Viejo, yo? ¡Por supuesto que no!
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Osofeliz Editores
Emilio Osorio Álvarez
Profesor Titular, Escuela de Sociología, Facultad de Ciencias Económicas (FACES) y Sociales de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Post Doctor y Doctor en Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela (UCV). Master en Ciencias Demográficas, Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico (UPR). Sociólogo de la Universidad de Puerto Rico (UPR).